Domingo 12 de diciembre - III de ADVIENTO

Juan, que oyó en la cárcel las obras de Jesús, envió a sus discípulos a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».
Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia el evangelio a los pobres: ¡dichoso el que no se escandalice de mí!».
Cuando se fueron, Jesús comenzó a hablar de Juan a las gentes: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña movida por el viento? ¿Pues qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido lujosamente? Los que visten lujosamente están en los palacios de los reyes. ¿Entonces, qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os lo digo; y más que un profeta. Él es de quien está escrito: Yo envío delante de ti a mi mensajero para que te prepare el camino. Os aseguro que no hay hombre alguno más grande que Juan Bautista, pero el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él.

Mt 11,2-11

A nosotros, cristianos que recorremos este Adviento con el deseo de no repetir cansinamente el de años anteriores, se nos dirige también una invitación a la alegría. Cada uno tendrá que reconocer cuáles son sus desiertos, sus yermos, sus páramos y estepas; cada uno tendrá que poner nombre a la ceguera, la sordera, la cojera o la mudez de las que nos habla este Domingo la Palabra de Dios. Pero es ciertamente en toda esa situación donde hemos de esperar a quien viene para rescatarnos de la muerte, de la tristeza, del fatalismo. Y somos llamados a testimoniar ante el mundo esa alegría que nos ha acontecido, que se ha hecho también para nosotros el Rostro, la Carne y la Historia de Jesucristo. Entonces la alegría deja de ser un lujo y se convierte en una urgencia, en un catecismo, en una evangelización. Esta es la alegría que esperamos y que se nos dará por quien está viniendo.




+ Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo



No hay comentarios: